El Caribe colombiano ha sido severamente afectado por las ondas de calor más intensas en los últimos años, presentando sensaciones térmicas que han llegado a alcanzar niveles alarmantes de hasta 52 °C en ciudades notorias como Barranquilla y Cartagena. Esta situación ha generado preocupación y, a su vez, ha llevado a padres y educadores en las instituciones educativas del Atlántico a implementar medidas urgentes para proteger a los estudiantes y docentes de los efectos adversos del calor extremo.
Este fenómeno climático, que se caracteriza por temperaturas del aire en torno a 34 °C combinadas con altos índices de humedad, ha tenido un impacto significativo en los niños y adolescentes de las instituciones educativas en el Atlántico, donde se han confirmado numerosos casos de incomodidad y agotamiento. Este clima extremo no sólo afecta la comodidad física, sino que también puede tener repercusiones en la salud mental y el rendimiento académico de los jóvenes.
Ante esta crisis climática, diversas escuelas han optado por acortar los días escolares, permitiendo que los estudiantes salgan media hora antes del horario habitual. Adicionalmente, otras instituciones han autorizado a los padres a enviar a sus hijos vestidos con ropa cómoda y ligera, buscando de esta manera mitigar los efectos del calor sobre su bienestar diario.
Sin embargo, los desafíos son aún más profundos en aquellas instituciones que enfrentan problemas significativos de infraestructura. Marinelda Salas, secretaria de la Asociación de Educadores Atlánticos, ha confirmado que «muchas de nuestras instituciones educativas no tienen el espacio adecuado para enfrentar esta ola de calor. Existen escuelas con aulas pequeñas, escasa ventilación y una iluminación inadecuada; en algunos casos, ni siquiera cuentan con ventiladores», explicó a los medios de comunicación. Esto resalta un problema sistémico que va mucho más allá de solo abordar la crisis del clima.
Los niños también sufren de una ola de calor. Foto:Vanexa Romero/
Algunos campus han intentado recaudar fondos para la instalación de sistemas de aire acondicionado, pero la falta de suministro eléctrico en varias zonas del Atlántico ha limitado considerablemente la efectividad de estas soluciones temporales. «Esto no es muy útil si los cortes de luz son frecuentes», concluyó Salas. La falta de un sistema eléctrico confiable convierte en un reto aún mayor la tarea de proporcionar un ambiente seguro y cómodo para el aprendizaje.
En otras escuelas, a pesar de que no se han reducido los horarios, las clases se realizan bajo la sombra o en espacios abiertos, buscando de esta forma aliviar el impacto de las altas temperaturas sobre los estudiantes. Esto representa un esfuerzo por parte de las instituciones para adaptarse a las nuevas realidades impuestas por el clima.
La Asociación de Maestros ha manifestado que presentará a las autoridades civiles de Atlántico una propuesta para crear un fondo dedicado a la supervisión y mantenimiento de las instituciones educativas, destacando la imperiosa necesidad de garantizar condiciones dignas y seguras para toda la comunidad escolar. «Nos gustaría establecer un fondo que facilite el monitoreo y el mantenimiento adecuado de las instituciones; porque, aunque se construyan nuevas infraestructuras como el Megacolegio, no hay garantía de su mantenimiento futuro. No es efectivo realizar grandes obras si no se les da el correcto seguimiento,» expresó Salas.
Fenómeno climático sin precedentes
Los estudiantes deben recibir clases al aire libre debido a altas temperaturas. Foto:Entregado
De acuerdo con el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM), las sensaciones térmicas extremas son consecuencia de un sistema de alta presión localizado en la zona de convergencia intertropical (ZCIT), que ha limitado la formación de nubes y lluvias, llevando a una exposición prolongada a la radiación solar y, por ende, un aumento de la temperatura.
El meteorólogo del IDEAM, Rodney Povea, explicó que «la sensación térmica no es únicamente una medición de temperatura, sino más bien la forma en que nuestro cuerpo responde al calor, considerando factores como la humedad. Esta sensación térmica ha sido extremadamente intensa», agregó con preocupación. Este es un llamado a la acción para que las autoridades implementen soluciones sostenibles que ayuden a mitigar los efectos adversos de este fenómeno.
El cálido y el sol golpean a Barranquilleros. Foto:Vanexa Romero/
Las autoridades de salud han expresado su preocupación ante el riesgo de deshidratación, golpes de calor y otras complicaciones para poblaciones vulnerables como niños, ancianos y personas con enfermedades crónicas. Se ha recomendado a la población en general mantener una adecuada hidratación, evitar la exposición al sol durante las horas de mayor radiación y utilizar ropa ligera y de colores claros para ayudar a regular su temperatura corporal.
Pronóstico: Alivio gradual en el horizonte
A pesar de que el inicio de la semana estuvo marcado por un cielo despejado y un calor persistente, los meteorólogos anticipan un cambio gradual a partir del miércoles 14 de mayo. El Centro del Caribe de Investigación Oceanográfica e Hidrográfica (CIOH) ha pronosticado que el aumento en la actividad del canal monzónico permitirá la formación de nubes y probabilidades de lluvias ligeras, lo cual podría ayudar a moderar las altas temperaturas que se han registrando en Barranquilla y otras áreas del Atlántico.
Esta ola de calor, que ya ha tenido un notable impacto en la vida cotidiana y en la salud pública, ha llevado a algunos docentes en el Atlántico a replantearse los entornos escolares y adaptarlos a los efectos del cambio climático y sus cada vez más extremos desafíos. Se avanza lentamente, pero con esperanzas de un futuro más sostenible.
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