El presidente ruso, Vladimir Putin, recibió el 8 de mayo a su homólogo chino, Xi Jinping, en el Kremlin, en una visita que estuvo impregnada de un marcado simbolismo geopolítico. Esta reunión se inscribe en el contexto de las celebraciones por el 80 aniversario de la victoria soviética sobre la Alemania nazi, una fecha que tiene un gran peso histórico y emocional en el calendario ruso. Este evento no solo representa un hito en la historia, sino que también sirve como un telón de fondo para reforzar alianzas estratégicas en un mundo donde las tensiones geopolíticas son cada vez más palpables.
Xi Jinping participará en el tradicional Parade of Victory Day, que se realizará el 9 de mayo en la emblemática Plaza Roja de Moscú. Su presencia en este evento no es simplemente ceremonial; resalta la creciente cercanía entre Moscú y Beijing en un entorno global marcado por tensiones y conflictos con potencias occidentales. Este acto simbólico refleja una unión que se fortalece a medida que ambos países enfrentan desafíos similares en el ámbito internacional.
Durante la reunión bilateral, Putin y Xi Jinping firmaron un acuerdo que tiene como objetivo profundizar aún más su asociación estratégica. Este pacto incluye varias medidas diseñadas para aumentar el comercio bilateral utilizando monedas locales, lo que significa disminuir la dependencia del dólar estadounidense en sus transacciones. Además, el acuerdo abarca una amplia gama de áreas de cooperación, que van desde la energía y la agricultura hasta la aviación, la inteligencia artificial y la industria aeronáutica.
En una muestra de la ambición de ambos países, el desarrollo ruso VEB anunció planes de financiación que rondan los $42,740 millones para proyectos conjuntos con empresas chinas. Estas inversiones estarán enfocadas en industrias clave como la gasífera, la metalurgia, la carpintería y la construcción naval, lo que subraya la intención de ambos líderes de no solo fortalecer sus lazos económicos, sino también de generar un impacto significativo en la balanza comercial de sus respectivas naciones.
La declaración conjunta hecha por Putin y Xi Jinping incluyó críticas directas a los Estados Unidos, al referirse a “un lado” y mencionando “acoso hegemónico” en un contexto que evoca la creciente desconfianza hacia las intenciones occidentales. Durante la reunión, el presidente ruso se refirió a Xi como su «querido amigo» y destacó que las relaciones bilaterales han alcanzado un nivel «sobresaliente», indicando un vínculo que va más allá de meras interacciones diplomáticas.
No obstante, la situación en Ucrania sigue siendo un tema complicado. Se mencionó la solicitud de un alto el fuego de 72 horas en el conflicto, que, según se explicará, se alinea con las celebraciones en Kiev. Sin embargo, el primer día de tal alto el fuego ha visto más de 700 violaciones, lo que complica aún más la situación en la región.
El viaje de Xi a Moscú no solo consolida la Alianza Rush-China, sino que también envía un mensaje claro sobre la unidad en oposición a la influencia occidental. En un mundo que se polariza cada vez más, ambos líderes están reconfigurando el mapa del poder global, estableciendo un contrapeso a las narrativas dominantes de Occidente.