Historias de fucreño que llegaron al Vaticano

En la cálida serenidad del Corregimiento Palo Alto, en la región de San Onofre, se encuentra la historia de un hombre cuyo origen es tan humilde como significativo: Amaury Medina Blanco nació allí. Este hombre de fe se dejó guiar por su vocación religiosa, tomando un camino que lo llevaría a convertirse en una figura fundamental en el corazón de la Iglesia Católica.
Hoy, tras el fallecimiento del Papa Francisco, los habitantes de Sucre recuerdan con gratitud, respeto y un torrente de emociones los años en que Monseñor Medina estuvo al servicio del Papa Supremo como parte de la Secretaría del Estado del Vaticano.
Privilegiado
Monsignor Amaury Medina Blanco y el Papa Benedicto 16 Foto:Cortesía
Aunque muchos colombianos tuvieron la fortuna de conocer a Francisco, intercambiar un apretón de manos o compartir una sonrisa durante su visita apostólica, Monseñor Medina se distinguió de los demás: vivió el pontificado desde adentro. Desde 2003, cuando comenzó su labor en el Vaticano, fue un testigo cercano de tres pontificados diferentes, cada uno con su propio enfoque, pero todos compartían un hilo común de espiritualidad, servicio y misión evangélica.
La experiencia de Monseñor Medina le proporcionó un conocimiento profundo, así como un sentido de pertenencia a la vida y trabajo de aquellos que guiaron a más de mil millones de católicos alrededor del mundo.
«El Papa Francisco nos invitó a regresar a la espiritualidad, a cumplir con la esencia del Evangelio: paz, reconciliación, perdón, cuidado ambiental, atención a los migrantes y cercanía con aquellos que están en la periferia»
Amaury Medina Blanco,monseñor
Sin embargo, fue con el Papa Francisco, el primer pontífice latinoamericano en ocupar el trono de Pedro, con quien Monseñor Medina desarrolló una conexión especial. Para él, este papa dejó una huella indeleble en la Iglesia y en su propia vida.
«Su legado es una gran bendición», dice con una pausa reflexiva, queriendo asegurar que el mensaje no se pierda.
Desde Palo Alto hasta el Vaticano: el camino de un Sucreño junto al Papa
Monseñor Amaury Medina Blanco y el Papa Juan Pablo Segundo Foto:Cortesía
Cuando Monseñor Medina menciona la periferia, lo hace con conocimiento de causa. Para él, Palo Alto representa una de esas periferias de las que el Papa hablaba a menudo. «Francisco no solo mencionó a estas comunidades, sino que también las visitó. Estuvo en lugares verdaderamente olvidados por el mundo, como la República Democrática del Congo. Esto hizo que mi comunidad sintiera que también estábamos en su corazón.»
Monseñor Medina fue un privilegiado testigo del impacto que el mensaje del Papa Francisco ha generado, alcanzando incluso los rincones más lejanos del planeta. También observó cómo la figura del Papa, que antes se percibía como distante en su comunidad, se volvió accesible y casi familiar.
«Mi gente solía ver al Papa como una figura lejana, casi inalcanzable desde Roma. Pero ahora se sienten parte de esta iglesia universal porque uno de los suyos estaba allí y porque el Papa nos miró«
A lo largo de los años, Medina trabajó en silencio, sin buscar reconocimiento, pero siempre con una fuerte convicción hacia el servicio. En los pasillos del Vaticano, entre audiencias, documentos y decisiones trascendentales, su voz siempre estuvo presente, acompañada por su identidad caribeña que nunca olvida, a pesar de los hábitos y rituales que lo rodean.
Para él, la muerte de Francisco no representa un fin, sino el cierre de un ciclo tranquilo. Lo recuerda como un Papa profundamente humano, comprometido con las urgencias de nuestro tiempo. «Su defensa del medio ambiente, su llamado a cuidar el «hogar común» -como él lo llama- y su constante preocupación por los olvidados y los desplazados, todo ello fue tanto revolucionario como profundamente cristiano.»
La esencia de Francisco
Monseñor Amaury Medina Blanco y el Papa Francisco Foto:Cortesía
Más allá de los grandes gestos, Monseñor Medina atesora momentos íntimos, interacciones simples, así como sus conversaciones privadas, que no siempre hacen noticia, pero revelan el alma del líder espiritual. «El Papa tenía una manera única de escuchar y de hacer que el otro se sintiera importante, lo que contaba su historia. Esta cercanía lo hizo excepcional. No hablaba desde el trono, sino desde el corazón.»
Su voz, impregnada de nostalgia, también irradia esperanza. Él confía en que lo que sembró Francisco perdurará, porque no fue simplemente una moda o una ideología, sino un regreso a la esencia del mensaje cristiano.
Lo que el Papa propuso no fue más que el Evangelio: un regreso a la simplicidad, la espiritualidad y el amor como fundamento
Amaury Medina Blancomonseñor
Esta esperanza también resuena en su tierra natal. Monseñor Medina es consciente de que en el Corregimiento Palo Alto, un lugar que ha sido olvidado durante años, un nuevo orgullo está surgiendo hoy. No solo se trata de un sitio de donde proviene un sacerdote que llegó a Roma, sino una comunidad que forma parte integral de una historia más grande. «El Papa nos hizo visibles. Nos mostró que incluso desde la periferia, uno puede dialogar con el mundo«
En su oficina del Vaticano, quizás entre documentos y recuerdos, existe una imagen de Palo Alto: posiblemente una postal con un sol ardiente, un suelo rojizo y manos unidas por el viento caribeño. Allí es donde todo comenzó, un lugar que vio nacer el llamado que hoy continúa vibrando, incluso en medio del duelo. Porque la partida del Papa no apaga la fe; al contrario, aviva en aquellos como Monseñor Amaury Medina Blanco la creencia en el amor, la humildad y la compasión. Estas virtudes siguen siendo las fuerzas más poderosas para transformar el mundo.