En La Guajira, dos wayús fueron asesinados en guavieles, durante la escalada de la violencia

En un conmovedor acto de despedida, se llevaron a cabo los funerales de los valientes Soldados profesionales Juan David González y Carlos Andrés Pushina en La Guajira, quienes perdieron la vida trágicamente a causa de una emboscada atribuida a disidentes de FARC en Guavieles el 27 de abril. La tristeza reinó entre familiares y amigos que se reunieron para honrar su memoria.
Juan David y Carlos Andrés compartían una profunda amistad y provenían de la comunidad Wayú. Ambos eran integrantes del Batallón de Infantería No. 19 Joaquín París. Su sacrificio permitió el establecimiento de seguridad en el antiguo espacio territorial dedicado al entrenamiento y la restauración (AETCR) de Charras, cumpliendo con su deber hacia la comunidad y el país.
El traslado de sus cuerpos se realizó desde el Aeropuerto de Riohacha Almirante Padilla el 30 de abril en un emotivo acto militar. Junto a los soldados, estuvieron presentes miembros del ejército, la Policía Nacional, el gobernador de La Guajira y otros dignatarios del gobierno del departamento. Posteriormente, fueron llevados a sus hogares en las localidades de Maico y Albania, donde fueron recibidos con honores.
La escena fue conmovedora: muchas mujeres de la comunidad Wayú llevaban mantas rojas, que simbolizan la protección ancestral y representan la lucha entre la vida y la muerte. Este acto tenía un significado profundo, ya que esa herencia cultural busca asegurar que acontecimientos tan terribles no vuelvan a repetirse y evitar más muertes violentas dentro de sus familias. En varios casos, el uso del rojo durante el luto puede estar vinculado a la búsqueda de venganza.
«Mi hijo luchó por el desarrollo de su hermana». Testimonio de Madre Wayú
El funeral de los soldados en La Guajira Foto:Ejército nacional
Entre las lágrimas de Carmen María Fernández Polanco, madre de Juan David, de tan solo 21 años, se escuchó una voz quebrada que relataba la historia de su hijo. «Juan David era un excelente hijo. Siempre me decía que deseaba ayudar a su hermana de 19 años, quien se estaba preparando para culminar sus estudios. Su sueño era que ella también se uniera al Ejército en el futuro, al igual que él», recordó Carmen con melancolía.
La madre rememoró la última conversación que tuvo con él, que ocurrió el jueves antes de la emboscada. «Me dijo: ‘Mamá, voy a estar bien. Solo daré un toque cuando encuentre señal'». En una última llamada el sábado, Juan David contactó a su padre, Jorge González Brito, para asegurar que todo estaba en orden y pidió a su padre que le enviara dinero para comprar un nuevo teléfono. «Quería volver a hablar conmigo. Le pidió a mi padre que le dijera que estaba bien y que lo llamaría esa noche», relató Carmen entre lágrimas.
Sin embargo, a medida que pasaban las horas, Juan David no volvió a comunicarse. «Empecé a preguntar, pero nadie sabía de él. Mi hermana recibió un mensaje que no llegó a mí de inmediato porque temieron cómo darme la noticia. Esperaron a que confirmaran la evidencia en la foto que se publicó después de las 9 de la mañana, ahí supimos que era mi hijo. Es algo que debo aceptar, pero me duele, no puedo evitar llorar», expresó su madre con desconsuelo.
Juan David concluiría su periodo militar el 21 de agosto y había sido soldado profesional durante un año. Se unió al Ejército a los 18 años y fue destacado al departamento de Guavapiés en noviembre del año pasado. Carmen mencionó que siempre admiró a sus tíos, quienes también eligieron el camino militar. «Era su sueño, quería quedarse en el Ejército. Se sentía pleno allí», dijo.
Despedida que une a dos familias
La historia de Juan David se entrelaza con la de Carlos Andrés Pushina, quien también falleció en la misma emboscada. Estos dos jóvenes, amigos inseparables, compartían la misma vocación y su legado les une aún en la muerte. Juntos, fueron despedidos en sus comunidades natales, donde su contribución al servicio militar fue reconocida y honrada con banderas nacionales cubriendo sus ataúdes.
Deyanira Pushina, hermana de Carlos Andrés, también compartió su dolor. «Él era un hermano muy querido, siempre nos motivó. Siempre me decía que debía esforzarme y desear llegar a ser NCO», recordó con la voz entrecortada. La última vez que habló con Carlos Andrés fue el sábado anterior a su muerte. «Me preguntó cómo estaba y le agradecí por el trabajo que tenía, él sólo quería que supiéramos que todo estaba bien», lamentó Deyanira.
Carlos Andrés también tenía muchos planes para su futuro y soñaba con escalar posiciones dentro del Ejército. Su comunidad recibió la noticia de su muerte con profunda tristeza, ya que él había planeado visitarlos en un futuro cercano.
«Por favor, justicia», clama su madre en un duelo agudo
Carmen, madre de Juan David, alzó su voz en un clamor por justicia. «No sé qué pasará ahora”, exclamó, visiblemente afectada.
Ambos jóvenes fueron sepultados en sus respectivas comunidades, Juan David en el sector Jojoncito, una zona rural de Maico. Antes de su funeral, fue velado en casa familiar en la localidad de Torre de la Malayura, donde se dieron cita el alcalde, Miguel Felipe Aragón, y miembros del Ejército Nacional, quienes le rindieron homenaje como un héroe.
Carlos Andrés fue enterrado en los terrenos de su familia en Albania, donde la tradición local se respetó, siendo acompañado por su comunidad que vistió mantas rojas en un tributo conmovedor a sus costumbres.
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Documento del periodista Jineth Bedoy. Foto:
Eliiana Mejía Ospino
Especial a Tiempo
Riohacha