En representación de Santa Marta, Miguel Martínez Olano, apodado «El Mono», se ha convertido en un personaje icónico, dejando de ser solo un concejal. Este individuo ha trascendido las fronteras de la política tradicional y ha transformado el consejo del distrito en una arena de batalla llena de controversia y, a menudo, intensa protesta.
El último episodio de sus aventuras políticas – donde mostraron su fuerza en un tumulto con cuatro policías, mientras su ropa se desgarraba y profería maldiciones –resultó ser el colmo de la situación, lo que provocó críticas vigorosas, pero paradójicamente, también incrementó su popularidad entre sus seguidores.
La escena de su expulsión violenta estuvo en el centro del consejo y resonó en los medios nacionales el miércoles. Ver un concejal en esta posición, gritando que lo censuran, desató una ola de indignación que circuló por las redes sociales, muchos aplaudiendo su valentía mientras otros lo criticaban fuertemente.
Una historia llena de controversia
Desde su llegada al consejo en 2024, «El Mono» ha estado al frente de una serie de incidentes que, en cualquier otro rincón del país, habrían inducido sanciones inmediatas. Su vestimenta, que incluye Bermudas, y su comportamiento disruptivo, como interrumpir debates tocando una batería, sumados a acusaciones infundadas contra colegas, funcionarios y periodistas, han dejado a muchos atónitos. Su estilo se caracteriza por ser directo y robusto, algo que el propio Miguel defiende, afirmando que es «honesto y popular».
Consejero Santa Marta. Foto:Redes sociales
Una de sus proclamaciones más memorables tuvo lugar durante una discusión sobre el sistema de alcantarillado de la ciudad: «Santa Marta ya no puede pararse. Aquí tienes que poner un pico y un plato en la mierda».
Sus intervenciones son vistas más como si se tratara de un espectáculo cómico que de una política seria y, aunque muchos de sus colegas lo desaprueban, ha encontrado un eco en la ciudadanía que siente que nadie más habla por ellos.
Un termómetro de escándalo
En 2024, tuvo un altercado con el concejal José Alfredo Ordóñez, quien lo calificó de «poco serio». Martínez respondió con dureza:
«No te estoy diciendo nada cuando te emborrachas con el consejo, ¿estás enamorado de mí?»
Este tipo de retórica provocativa ha sido su sello personal, utilizando un tono agresivo con sus compañeros, a quienes ha llamado adictos, ladrones y corruptos. También tuvo palabras severas para otros funcionarios, llamando a «rata» al dirigente Carlos Caicdo y amenazando al ex secretario del Tesoro, Lucas Gutiérrez.
Cuatro policías tuvieron que sacar al concejal de su vivienda. Foto:Captura de video
Durante un debate sobre el Plan de desarrollo en marzo de 2025, «El Mono» pidió la palabra, pero no se le otorgó. En un arrebato, golpeó el escritorio como si fuera un tambor y continuó interrumpiendo la sesión, lo que llevó al presidente del consejo a suspenderla. Los presentes reaccionaron con una mezcla de indignación, risas y aplausos.
Conflicto con el presidente del consejo
Pedro Gómez, actual presidente del consejo, se mostró frustrado tras los últimos acontecimientos. En sus declaraciones, dijo:
«Mientras esté a la vanguardia del Consejo, no permitiré que Miguel Martínez maneje los debates a su antojo y haga lo que le plazca. Llevaré el asunto a la fiscalía para que se apliquen sanciones disciplinarias, ya que también he sido víctima de sus acusaciones.»
Gómez también mencionó que el comportamiento desmedido de Martínez no solo afecta la dignidad del consejo, sino que demerita gravemente la imagen institucional frente a la ciudadanía:
«La gente cree que no hacemos nada aquí. Y en parte es por la forma en que este hombre está degradando la institución. No todo vale a nombre del pueblo.»
Defensa de «El Mono»: «Lo tienen montado»
Por su parte, Miguel Martínez se mantiene firme en su postura. En su defensa, afirma que es objeto de una persecución debido a su frontalidad:
«Tienen una guerra en mi contra porque no soy uno que se queda callado. No me compro, ni comparto los ideales de muchos aquí que solo levantan la mano. Si defender a la gente me cuesta ropa, posición e incluso daños personales, estoy dispuesto».
Las aguas residuales causaron el caos y la incomodidad del concejal Martínez. Foto:Roger Urleles
Asegura que su estilo es directo y que no se dejará dominar por las normas tradicionales que rigen la política. Para sus seguidores, es visto casi como un Robin Hood que defiende a los ciudadanos. Para sus detractores, simplemente es un bufón en el consejo.
Perspectivas de expertos: ¿Protestas justificadas o daño institucional?
El analista político Fernando Giraldo, profesor universitario, ofrece una crítica reflexiva:
«Lo que le sucede a Miguel Martínez es preocupante. Puede que sus quejas tengan fundamento, pero sus métodos -ruido, vulgaridad y confrontación constante- destruyen el tejido institucional. Representar a la gente no significa infringir las normas. El populismo mediático permite que se escuche una voz, pero también puede generar caos».
Lo que le sucede a Miguel Martínez es preocupante. Puede que sus quejas tengan fundamento, pero sus métodos -ruido, vulgaridad y confrontación constante- destruyen el tejido institucional. Representar a la gente no significa infringir las normas. El populismo mediático permite que se escuche una voz, pero también puede generar caos.
Fernando GiraldoProfesor universitario
Giraldo advierte que si el consejo no establece límites claros a este tipo de comportamiento, podría perder completamente su legitimidad ante la opinión pública:
«La gente percibe los consejos como espacios de gritos y peleas, no como deliberaciones democráticas. Esto hace que los ciudadanos pierdan la fe en todas las instituciones».
La figura de Miguel Martínez está profundamente polarizada en Santa Marta. Aunque cuenta con miles de adeptos en las redes sociales que lo vitorean y lo consideran «el único con pantalones», la pregunta que surge es: ¿a qué costo?
Porque, según los expertos en política regional, identificar corrupción o criticar el abandono social es una cosa, y convertir el consejo en un campo de batalla personal es otra muy diferente.
«Mientras El Mono grita y capta popularidad, la gestión y la institucionalidad se debilitan», sentencia Giraldo.
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Roger Uriel durante Santa Marta. En x @rogeruv